16 febrero 2011

Lo bueno se hace esperar...

Erase una vez hace mucho, pero mucho tiempo...



El usuario de un suelo de piedra natural no podía imaginar cuanto tiempo había invertido la naturaleza en dar a luz el tesoro de su casa. Estamos hablando de la génesis de una caliza blanca y única en el sur de Iberia.

Para contaros esta fascinante historia no hace falta ser exacto en las fechas. Tenemos todo el tiempo del mundo y un millón de años más o menos, no importan demasiado. Empecemos por ejemplo en el periodo Jurásico hace aproximadamente 200 millones de años, en la Era Mesozoica caracterizada por la hegemonía de los grandes dinosaurios. El más espectacular desarrollo geográfico de esta Era, fue la fragmentación de un supercontinente llamado Pangea. Lo que hoy se llama España se encontraba cerca del equador. Un mar mediterraneo global con el nombre Tetis avanzó desde la India hasta el oeste formando un estrecho y profundo brazo oceánico que llegaba a separar Europa de África.



El registro geológico jurásico, es muy bueno en el oeste de Europa, donde extensas secuencias marinas indican un tiempo en el que gran parte del continente estaba sumergido bajo mares tropicales poco profundos, es decir: un lugar donde hoy en día la gente estaría dispuesta a pagar un dineral por pasar unas vacaciones de ensueño. En estas aguas limpias, cálidas y agitadas, en áreas de plataformas o lagunas someras, se dan las circunstancias perfectas para el nacimiento de una caliza blanca, densa y dura: la caliza oolítica.
Los ooides se forman por precipitaciones bioquímicas de una solución sobresaturada de calcita en torno a un pequeño grano. Se mantienen en suspensión hasta que son lo bastante pesados como para depositarse en el fondo marino donde las olas los voltéan de un lado para otro y donde se forma con el tiempo un sedimento compacto y homogeneo con un espesor de centenares de metros.

Durante el Cretácico, que duro 80 millones de años, la separación de los continentes progresaba, Tyrannosaurus rex daba sus vueltas... el nivel de los mares estaba en continuo ascenso hasta costas jamás alcanzadas anteriormente. Este periodo tapó nuestro tesoro con una manta de margas grises, como para darle tiempo y protección para madurar. O un impacto meteorítico o un enfriamiento global al final de este periodo exterminó una gran parte de los seres vivos.




El choque de la placa tectónica africana con la placa europea, originó en el Terciario el plegamiento y la elevación de los sedimentos anteriormente depositados en el Mar de Tetis.
Hace tan sólo un periquete que aparecieron los seres humanos para luego descubrir esta piedra e incorporarla a su vida cotidiana.

Esta colisión de los dos continentes aún continúa hoy en día y es muy probable que en algún momento nuestra piedra blanca se encuentre 8000 metros elevado por encima del nivel del mar. Quién sabe si en un futuro muy muy lejano, la Piedra Paloma sea la guarida de la reina de las nieves.


Jörg Volkmann

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